Música para oir en una pestaña nueva/new tab
https://www.youtube.com/watch?v=unU8SdLtd3E&feature=youtu.be&t=2
De aquel hombre rústico,
tan viejo como curtido,
de pensión corta,
equipaje escueto,
que ya está listo:
Le avisan su boina,
cigarro y pulmón herido.
Será despedir una vida,
ir dejando los pueblos,
recogiendo, olvidando
la línea que quiebra,
los verdes y azules
de cielos y campos;
mas fui ocasional vecino,
y fue él ir a lo suyo;
nunca podrá saberlo,
nunca podré decirlo.
Desde mi ventana, lo veía,
a lo lejos, lo seguía,
encorvado él, ejercía yo de
eventual vigía; y no había
mañana, del día a día,
que no saliera de casa,
soledad y silencio,
y a dos pasos de su vida,
su huerto.
Y del ocio, obligaciones
nacían, de esas que con edad,
fijan la vista al suelo,
que monótonos recorridos,
llevan a repasar lo sembrado,
liberar de malas hierbas,
lo plantado, como si
quedara pendiente,
nunca se diese nada,
por terminado.
Y es caminar, recordar,
trabajos, alegrías y duelos,
los de antes, que no se olvida,
ser joven, era vivir otra vida;
y tal vez seguir haciendo,
sea seguir siendo, y así se
despiste la vida, se pueda
mermado, seguir viviendo;
y ofreciendo, los frutos del
huerto sean consciencia,
hijos suyos y de la tierra,
que se dan a propios y
extraños, si se acercan.
Pero hace más de un tiempo,
hubo una última vez,
es ahora que vuelvo que
descansa su huerto yermo,
muerto, tal vez también él;
no lo sé, si no era su tiempo,
acaso se fue él.
Pero algún día, ya sin
nada que ofrecer,
sin propios, ni nadie que
atender, quedaremos
dos solos; uno yo,
esperando, otro,
el paso de sus brazos,
por un huerto,
que esté por florecer.