sábado, 10 de septiembre de 2016

EL HUERTO


Música para oir en una pestaña nueva/new tab
 https://www.youtube.com/watch?v=unU8SdLtd3E&feature=youtu.be&t=2


De aquel hombre rústico,
tan viejo como curtido,
de pensión corta, 
equipaje escueto, 
que ya está listo:
Le avisan su boina,
cigarro y pulmón herido.

Será despedir una vida, 
ir dejando los pueblos,
recogiendo, olvidando
la línea que quiebra, 
los verdes y azules
de cielos y campos;
mas fui ocasional vecino, 
y fue él ir a lo suyo;
nunca podrá saberlo, 
nunca podré decirlo.

Desde mi ventana, lo veía,
a lo lejos, lo seguía,  
encorvado él, ejercía yo de
eventual vigía; y no había
mañana, del día a día,
que no saliera de casa,
soledad y silencio, 
y a dos pasos de su vida, 
su huerto.

Y del ocio, obligaciones
nacían, de esas que con edad, 
fijan la vista al suelo, 
que monótonos recorridos, 
llevan a repasar lo sembrado, 
liberar de malas hierbas,
lo plantado, como si  
quedara pendiente,
nunca se diese nada,
por terminado.

Y es caminar, recordar, 
trabajos, alegrías y duelos, 
los de antes, que no se olvida,
ser joven, era vivir otra vida; 
y tal vez seguir haciendo,
sea seguir siendo, y así se
despiste la vida, se pueda
mermado, seguir viviendo;
y ofreciendo, los frutos del
huerto sean consciencia,  
hijos suyos y de la tierra,
que se dan  a propios y
extraños, si se acercan.

Pero hace más de un tiempo,
hubo una última vez,
es ahora que vuelvo que 
descansa su huerto yermo, 
muerto, tal vez también él;
no lo sé, si no era su tiempo,
acaso se fue él.

Pero algún día, ya sin
nada que ofrecer,
sin propios, ni nadie que
atender, quedaremos
dos solos; uno yo, 
esperando, otro, 
el paso de sus brazos
por un huerto, 
que esté por florecer.