lunes, 2 de mayo de 2016

VIDA EXTRATERRESTRE

Música para oir en una pestaña nueva /new tab
 https://www.youtube.com/watch?v=Qrshx8BUDjk&feature=youtu.be&t=110



El programa SETI busca emisiones de radio en el espacio, llamadas de auxilio o posicionales llamadas, emitidas por una civilización extraterrestre, poco civilizada si comete el error de querer contactar con el otro, con nosotros.

Si admitimos que nuestro planeta sea intermedio y por lo tanto similar a tantos otros que se den en el espacio, convendremos  que son necesarios unos 4.500 millones de años para que se dé al menos una civilización que, como la nuestra, sea capaz de emitir y recibir ondas de radio, en un parecido camino desde la antigüedad de su Tierra, a cualquier ahora tecnológico que lleve a un buscar sin desánimo, a preguntar ahí afuera. 

No sabemos cuántos planetas son tan viejos, en más o en menos,  concurrentes o aun existiendo de antes, ni a qué sideral distancia se encuentren,  por si pudieran llegarnos señales ahora,  tarde,  de seres ya muertos. Que la Vía Láctea es nido y es nicho,  a 100.000 años luz se ensancha,  es universo que ilumina, nos mueve y motiva , en la  idea de encontrar posibles civilizaciones, nacidas, perdidas, distintas, parecidas.

Pero el programa SETI comenzó allá por 1970, y han pasado ya 46 años sin que ninguna emisión no natural constatable se haya recibido;  silencio absoluto, sólo ruido.

Es el peor de los casos, que nos permite descartar una inviable esfera a 46 años luz alrededor nuestro, sin posibilidad de albergar seres tecnológicos, que quieran comunicar o emitan radiación, lo que sea. En contra, en ese radio, se dan más o menos, tan sólo 1.300 sistemas solares yermos, que callan,  no les incumbe, no contestan; o son vacíos que giran sin esperanza, sin esperar compañía.

De un mensaje emitido por "ellos", tardaríamos más de 46 años en recibirlo y otros más de 46 años, en que ellos pudieran saberlo. Es decir, la comunicación sólo sería posible si toneladas de información surcaran el aire, en envíos masivos, en miles de instantes; 
mas sin espontánea conversación, no habría un "ahora hablo yo, corto, y luego hablas tú".

Ese conocimiento y análisis de probabilidad nos lleva a la precariedad del encuentro; mas la insuperable y deseable distancia no desmotiva, sino que nos lleva alegres a la certeza de que esta nuestra blindada existencia, en realidad, ha sido suerte; y esta vez sí, no llegarán nuevas, ni más, tristezas.



Solos, siempre hemos estado solos, abandonados y a ningún destino...
Que todo es polvo que gira, y de  aquello a lo que perteneció, al final se olvida.