https://www.youtube.com/watch?v=DYhgUlGWSZM&feature=youtu.be
Desembarcar quiero, a qué
navegar, si infinita la pena,
si todo el camino humedad;
y puede, ya agotado, que los
que aquí vivan, hagan posible
mi paz; deberme a alguien,
o a un lugar, que no hay
tierra que sobre, si alguien
la quiere habitar.
Es olvido de donde vengo, la
edad que tengo, y lo que dejo atrás;
al azar me entrego, preso en su
suerte quedo, sin mundo, velas,
barco ni viento, ya sin tropa que
siga a su capitán, que viene a pisar
tierra un simple marinero,
de tanto navegar, cicatrices en
las manos, su única credencial.
Presumo mi destino, llegado a
este mundo, extraño y dorado,
otro reino del absurdo, que cita a
una sirena, brillante y serena, con
un tripulante racional, que entiende
del no puede ser, de estar jugando
conmigo un final; mas aun, desciendo,
bajo, y no importa si varada,
no puede ser real.
Me acerco a ella, y no me teme, no
me mira, ni se pierde bajo el mar;
y es entonces, que doblo las rodillas,
lento caigo al pedregal, me seduce la
extraña criatura, hecha de agua,
tiempo y falsedad, y ante sus ojos
de hielo, me quiero enfrentar; no
me atrevo a tocarla, no sea de cristal,
sólo buscar dentro; mas, si no desvía la
mirada, nada le puedo escrutar.
Y qué decir, qué preguntar al
asombro:
¿Si puede hablar, si acaso somos
más, y dónde están, o de por qué
si me sabe humano, me recibe,
y no se va?
La razón me proscribe, y tal vez
al ser lo primario posible, te
hice en soledad; y es éste,
un sueño permitido, eterno,
a eso a este puerto he venido,
que quiero alejar mis restos,
que nadie los pueda encontrar,
y al parar de razonar, de pensar
siempre el universo, sea posible
el misterio; y dejándote tocar,
sentir el desconcierto de
saberte humana y animal,
pedir llegada mi hora,
sin contarte la verdad;
así quedar yo a salvo,
y tú volver a la mar.
