http://www.youtube.com/watch?v=XVUPuYt0hpI#t=0m3s
Caminante soy que nunca
llega, que le pierden los
caminos, por los rayos del
sol que ciegan y queman
los sentidos, por el aire y el
polvo que ahogan, y borran
los destinos, por los pueblos
y gentes que lloran, al borde
del camino.
Y allí por donde viajo, me
persiguen las miradas, las
penas o denuedos, la música de
fiestas o los sentidos silencios;
que de todo hay, que parece
mandamiento, que por cada
sitio que paso, se me aparece
lo mismo, aquí y allá, fuera o
dentro, en el constante volver
al inicio, a los temblorosos ojos
del todo está repetido.
Una abuela se deja ver,
la veo y distrae, como
tantas que llenan casas,
calles y plazas, que otras
son en cambio atendidas,
impedidas, y a su manera,
cada una espera, por ver
si el tiempo aligera, si se
acuerda de ellas, o si la
vida pasa, sin entrar a casa.
Y hay otras, pero es de ésta
que os hablo, que en la
mañana despierta, espera
a su hija, que puntual llega
y traspasa la puerta, empuja
el asa del cochecito que
arrastra, y con la prisa lo
suelta, en la excusa que da
el trabajo, al que tarde llega.
Y al momento, dos rubicundos
gemelos se quedan dentro,
y en la estancia se apodera
la fragancia de sentirse
próximo y extraño, que
sentados todavía, lo miran
todo, y ya planean en ver
qué dar de sí al nuevo día,
hasta dónde tensar hoy la
paciencia, uno junto al otro,
y en el uno para el otro, y en
el no poder parar de mover,
unidos quedan todos, la abuela,
el abuelo que todavía duerme,
el cochecito, y los nietos.
Y mamá ya se ha ido, que el
sustento y el devenir de los
tiempos son deber de los que
quedan, y éstos han decidido
que puedan o no, se hará sitio
a los que vengan, sacarlos
adelante, incluso sin verlos,
porque en otro país separados
vivieran, que ya se hicieron
las cuentas y llega, que a su
modo de ver, y esperan se les
entienda, si es el caso, los padres
hacen saber, que nunca son
bastante viejos los abuelos, para
seguir atendiendo, que subordinado
está su derecho, y en el acaso de
que la inercia sea guía, o en otras
circunstancias, ingresos, otros
padres y abuelos, distintos o
iguales a éstos, no siempre se
concilia si puede envejecer un
abuelo o debe seguir creciendo;
aunque quieran, y los quieran,
que es esta historia la de unos,
mayores, cansados, en el temor
de necesitar a su vez cuidado,
para los que la prisa no encuentra
el momento de parar, y preguntar
de dónde sacan las fuerzas, para
abrir cada día la puerta.